jueves, 30 de noviembre de 2017

Aquiles, el de los pies ligeros.

Voy a hablaros sobre mi exposición de la Ilíada:
La Ilíada es un poema épico, narrado por Homero, que consta de veinticuatro cantos o, con 15.693 versos en total, y narra un fragmento de la Guerra de Troya.

Esta fue originada por el rapto de Paris, príncipe de Troya, de la bella Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta. Este organiza una expedición para recuperarla, con la ayuda de otros jefes y señores griegos, y asedia Troya durante diez años, hasta que, utilizando un ardiz, el famoso Caballo de Troya, logra entrar en la ciudad y arrasarla.

Sin embargo, el poema se centra solo en los últimos cincuenta y un días del conflicto, en torno a la furia de Aquiles, el famoso guerrero casi inmortal, hijo de la diosa Tetis y del rey Peleo, por el desaire de Agamenón, hermano de Menelao y jefe de las tropas griegas, que lo despoja de la esclava Briseida. Aquiles decide retirarse de la batalla hasta que obtenga una reparación adecuada.

Después de diferentes episodios y batallas, en las que los dioses intervienen en favor de uno y otro bando, el nudo argumental surge con la muerte de Patroclo, el mejor amigo de Aquiles, en manos de Héctor, hermano de Paris y jefe de los ejércitos troyanos. El deseo de venganza hace que Aquiles termine reconciliándose con Agamenón y vuelva a intervenir en la guerra, asesinando a Héctor y arrastrando su cadáver varias veces alrededor de los muros de la ciudad.

Aquiles se niega a entregar el cuerpo de Héctor, hasta que el padre de este, el rey Príamo, acude en secreto, arriesgando su vida, al campamento de Aquiles y ruega por la devolución de sus restos. Aquiles, conmovido, los entrega y concede once días a Príamo para los funerales de Héctor, al final de los cuales el ejército griego continuaría con la batalla.

La muerte de Patroclo.
Durante la guerra, Patroclo se mostró siempre como un fiel compañero de Aquiles, ya fuera combatiendo a su lado, ya fuera apoyándole en las asambleas. Patroclo era especialmente habilidoso en la conducción del carro de combate, logrando dirigir a los caballos con habilidad sin igual entre los griegos. A diferencia de Aquiles, a quien el orgullo cegaba en muchas ocasiones, Patroclo se mostraba siempre cercano y dispuesto a sacrificarse por el resto de combatientes aqueos.
Este carácter de Patroclo se puso de relieve cuando Aquiles, irritado por la ofensa recibida de Agamenón, decidió retirarse del combate junto con sus hombres. En un primer momento, Patroclo cumplió las órdenes de su amigo, retirándose junto a él a las tiendas de campaña y negándose a combatir. Sin embargo, cuando la primera comitiva de reyes griegos se presentó ante ellos para suplicar el regreso de Aquiles y los mirmidones en el campo de batalla, Patroclo se mostró compasivo con ellos, mientras su señor y amigo permanecía inflexible en su cólera.
Cuando las tropas aqueas comenzaron a ser diezmadas por los troyanos dirigidos por Héctor, Patroclo suplicó a Aquiles que tomara las armas y defendiera a sus amigos, muchos de los cuales yacían heridos y en peligro de muerte. Aquiles, ofendido en su honor, no aceptó, pero consistió en que Patroclo hiciera uso de sus armas y comandara a los mirmidones al campo de batalla. De este modo, Patroclo se enfundó la armadura y tomó las armas de Aquiles para partir al combate.
Patroclo combate con furor, y logra acabar con la vida de numerosos troyanos, incluido el rey Sarpedón, aliado de Troya. Héctor, sin embargo, se dio cuenta de que el guerrero que había ante él no era Aquiles, y decidió plantarle cara. Con la ayuda del dios Apolo, que derriba a Patroclo, Héctor lo hiere de muerte.
Cuando Aquiles se recobre del golpe anímico, ordena incinerar el cuerpo de su amigo. Sólo entonces regresa a la batalla con un único objetivo en mente: vengar la muerte de Patroclo. Tras varios días de combate en los que Aquiles aniquila a una gran cantidad de troyanos, llega al fin el combate definitivo entre ambos caudillos. Aquiles logra matar a Héctor y engancha su cadáver al carro para profanar su cuerpo tal y como el príncipe troyano había intentado hacer con el de Patroclo. Tras dar siete vueltas alrededor de las murallas de Troya arrastrando tras él el cadáver de Héctor, regresa al campamento y organiza los juegos funerarios en honor a Patroclo.


Leyre Hernández Luzón.

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